Las fiestas en las que jóvenes quedan para tener sexo sin preservativo, siendo plenamente conscientes de que uno de ellos está contagiado con el VIH, son algunas de las prácticas sexuales que, junto con mitos y creencias sin base científica, se difunden a través de Internet, una fuente de información que hay que emplear con cuidado.
“El regalo”, un fenómeno que surgió en Estados Unidos en la década de los 90, se trata de una peculiar reunión en la que varias personas quedan a través de Internet para practicar sexo en una orgía en la que uno de los participantes tiene un arma que excita al resto: el sida.
Internet se convierte así en el medio más visitado para buscar información sobre esta práctica suicida, pero también sobre muchas otras dudas acerca del sexo que los usuarios, y especialmente los adolescentes, desean resolver.
La escritora y periodista Elisabeth Iborra aborda en su libro “Sex Mentiras” temas como la masturbación femenina, la homosexualidad o el sexo entre personas mayores y desmiente algunos de los mitos, prejuicios y creencias sobre el sexo, que a menudo son difundidos en la Red a pesar de carecer de base científica.
“En Internet, cualquiera puede escribir sobre lo que crea conveniente, y es importante saber filtrar para no creerse todos los bulos e ideas absurdas que se propagan rápidamente por la Red y que nada tiene que ver con la verdad”, explica.
Que las mujeres estén viviendo una auténtica revolución sexual, que el fumar disminuya la longitud del pene, que los adolescentes sean unos irresponsables en el sexo o que los hombres disfruten más del sexo que las mujeres son algunos de los mitos que esta periodista desmiente en su libro, escrito en colaboración con el sexólogo Alfonso Antona.
ADOLESCENTES IRRESPONSABLES.
Contrariamente la creencia habitual de que los adolescentes son los más irresponsables y los que más abusan de las prácticas sexuales sin condón, el informe publicado en 2009 de la Asociación de Clínicas Acreditativas para la Interrupción del Embarazo (Acai) demuestra que son las mujeres adultas las que menos profilácticos utilizan.
Así, un 36 por ciento de las mujeres que abortaron el pasado año y que no habían usado ningún anticonceptivo tenían entre 40 y 44 años, seguidas de cerca por las féminas de edades comprendidas entre los 30 y los 34 años (un 35,2 por ciento), mientras que sólo el 18 por ciento de los adolescentes de entre 15 y 19 años no habían ningún usado método. Otro dato significativo del informe es que el 8,8 por ciento de las mujeres que habían interrumpido voluntariamente su embarazo habían utilizado el método conocido popularmente como “marcha atrás” como método habitual.
Para fomentar el uso de los métodos preventivos, el Ministerio de Sanidad en España ha puesto en marcha, durante los últimos años, distintas campañas publicitarias con lemas como “Frente al VIH, no baje la guardia”, “Ponselo, póntelo” o “Sólo con condón, sólo con koko” (cabeza).
Además, cerca del 75 por ciento de los centros educativos españoles cuenta ya con algún tipo de educación sexual, por lo que la escasez de información no parece ser un problema.
¿Entonces, cuál es la razón principal de que se sigan dando estos embarazos no deseados, abortos y contagio de enfermedades de transmisión sexual?
Iborra explica que todo esto es fruto de una mala información sobre sexualidad unida a una total irresponsabilidad que lleva tanto a adultos como a adolescentes a practicar sexo sin protección.
“A pesar de conocer el sida, la gente sigue practicando el sexo sin preservativo porque no les da la gana, porque no les gusta, porque no lo tienen a mano o porque confían en la otra persona, pero no por desconocimiento, sino que es más bien una cuestión de inconsciencia”, sentencia.
LA REVOLUCIÓN SEXUAL DE LA MUJER.
En pleno siglo XXI, cuando la mujer está rompiendo el techo de cristal y ya existe un ministerio encargado exclusivamente de garantizar la igualdad entre hombres y mujeres, el rol sexual de la mujer no parece haber cambiado mucho, según comenta esta autora.
Y es que una educación tradicional, transmitida de generación en generación y arraigada profundamente en la mentalidad tanto de las mujeres adultas como de las más jóvenes, sigue manteniendo a la mujer en una posición distinta a la del hombre y observando con lupa sus comportamientos sexuales.
“La revolución sexual es una auténtica tomadura de pelo, nos han engañado, nos ha hecho creer que teníamos total libertad, pero a efectos prácticos, seguimos teniendo un doble rasero, las chicas que se lían con muchos son unas frescas y los chicos que hacen lo mismo son unos machitos”, destaca la autora.
Además, esta educación tradicional impide a las mujeres disfrutar de la promiscuidad de la misma manera que lo hacen los hombres, pues hay “una especie de chip en la cabeza que pide más, que mina la autoestima cuando al día siguiente el chico no llama”.
Las concepciones acerca de la virilidad, la influencia de Internet y de las películas pornográficas también pueden impedir al hombre disfrutar del sexo, pues la idea que existe actualmente de un prototipo masculino muy activo sexualmente, les está creando importantes miedos e inseguridades a las posibles comparaciones que muches veces afecta a la libido.
“Se han creado la imagen del hombre capaz de generar varios orgasmos, de aguantar toda la noche… y ahora tienen miedo de no dar la talla”, explica la autora, la que añade que esta presión les causa problemas de anorgasmia (ausencia de orgasmo sexual) o de eyaculación precoz.
SEXO DE INFARTO.
Muchas son las leyendas urbanas que hablan de gente que ha sufrido un infarto en pleno acto sexual y esta creencia irracional se ha generalizado de tal manera que muchas de esas personas afectadas del corazón dejan de practicar el sexo por miedo a sufrir un infarto.
Sin embargo, Iborra explica que para sufrir un infarto tienen que coincidir otros agravantes, ya que el coito exige un esfuerzo similar al de subir dos tramos de piso escalera, por lo que si el médico no aconseja guardar reposo, no tiene por qué haber ninguna contraindicación.
“Salvo prescripción clínica, haber sufrido una patología cardiovascular no tiene por qué contraindicar las interacciones coitales, y mucho menos todas las demás alternativas a la penetración”, comenta.
Elisabeth Iborra aborda en su libro “Sex Mentiras”, con mucho rigor y ciertos toques de humor, éstas y muchas otras ideas preconcebidas y falacias que se han transmitido de generación en generación y que ahora encuentran en Internet un rápido medio de difusión.
Disfrutar del sexo de forma libre, saludable y responsable es muy sencillo, el único secreto es saber cuáles son las preferencias personales, utilizar los medios de prevención adecuados y separar la información correcta de las leyendas y mentiras que circulan por la Red.
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